
La Fundación que lo tiene todo (menos alma)
Cómo OpenAI convirtió la filantropía en un arma de seducción masiva.
Esta es la noticia
The Neuron (Newsletter 29/10/2025) informó que OpenAI completó su recapitalización, convirtiéndose oficialmente en una empresa con fines de lucro tras su transición desde la estructura sin ánimo de lucro. En el mismo movimiento, reconfiguró su relación con Microsoft. La nueva OpenAI Foundation conservará una participación significativa en la empresa, valuada en unos 130 mil millones de dólares —una cifra equivalente al PIB de Marruecos— y anunció que invertirá 25 mil millones en proyectos destinados a "curar enfermedades" y fortalecer la "resiliencia frente a la IA".
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Lo que mi cabeza me dice
Cuando el Vaticano necesita limpiar su imagen, canoniza un santo. Cuando una petrolera contamina, planta árboles. Y cuando OpenAI se convierte en una corporación, crea una fundación para salvar el mundo. Y todos aplauden.
OpenAI acaba de lograr lo impensable: convertirse en empresa, seguir llamándose fundación y convencer al planeta de que eso es progreso.
La recapitalización se cerró con un número mágico: 130 mil millones de dólares. Eso es, más o menos, el PIB de Marruecos. O dicho de otra forma: una startup que hace prompts ahora vale más que 120 países de la ONU. Y tiene más ambiciones que todos juntos.
La nueva estructura divide el alma en dos: OpenAI Foundation, sin ánimo de lucro, pero con ánimo de gobernar. OpenAI For‑Profit, con ánimo de lucro y con razones de sobra. La fundación mantiene una participación significativa en la empresa y promete invertir 25 mil millones en curar enfermedades y garantizar que la IA no rompa el mundo. Todo bien, hasta que recuerdas: quien financia la salvación, la define.
¿Y salvarnos de qué, exactamente? La fundación invertirá en "resiliencia frente a la IA", una frase que, traducida del siliconvalleyano al humano, significa financiar proyectos que impidan que su propia tecnología nos destruya. Te venden la pistola y luego el seguro contra balas. Suena noble, claro, pero la letra pequeña es menos esperanzadora. ¿Resiliencia significa ayudar a quienes pierdan sus empleos por automatización? ¿Alfabetizar digitalmente a quienes aún usan pizarras de tiza? ¿Dar de comer a los niños que no sabrán qué es la IA, pero sí qué es el hambre? No parece. Por ahora, el plan se parece más a crear PDFs sobre riesgos existenciales, organizar conferencias en Davos y financiar papers que nadie en el Sur Global leerá porque nadie les preguntó nada.
Lo más brillante del modelo no es su tecnología. Es su arquitectura moral. No necesitan cambiar el mundo, solo definir qué significa cambiarlo para bien. Porque cuando tú dices progreso, pero ellos controlan el significado de progreso, la discusión ya está perdida. Y eso es lo que han logrado: redefinir la filantropía como un vehículo de influencia, el bien común como una ventaja competitiva y el futuro como un mercado de redención.
Lo que antes hacían los estados, ahora lo hacen las fundaciones. Pero sin votos, sin parlamentos, sin legitimidad democrática. La OpenAI Foundation opera como una nueva autoridad simbólica: una gobernanza que no impone, sino persuade; que no ordena, sino convence; y que, mientras tanto, redistribuye no riqueza, sino narrativa.
Esto no va de código. Va de hegemonía. Y en la guerra fría por el alma del futuro, OpenAI acaba de crear el arma perfecta: una fundación que canoniza a su creador, redime su pecado original y escribe el catecismo con GPUs.
Mientras todos celebran su generosidad, el mapa moral del mañana ya ha sido trazado con su logo.
Lo que los datos dicen
- Valor estimado. La OpenAI Foundation controla una participación en la empresa valuada en unos 130 mil millones de dólares, según The Guardian (octubre 2025).
- Inversión filantrópica. La fundación anunció que destinará 25 mil millones de dólares a proyectos de salud, educación y mitigación de riesgos de IA, según OpenAI Blog.
- Gobernanza y control. El consejo directivo de la OpenAI Foundation supervisará el uso de los fondos y mantiene poder de voto mayoritario sobre las decisiones estratégicas de la empresa, de acuerdo con Reuters.
- Fines declarados. La organización afirma que sus recursos se emplearán en "garantizar que la inteligencia artificial beneficie a toda la humanidad", según OpenAI Charter.
- Críticas públicas. Expertos en ética tecnológica han señalado que la concentración de poder en la fundación podría convertirla en un "árbitro moral privado" del desarrollo de la IA, según MIT Technology Review.