
La burbuja que no se puede nombrar
La innombrable del siglo XXI. Tan inflada como protegida.
Esta es la noticia
El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, afirmó que "la inteligencia artificial no es como la burbuja puntocom, sino una fuente genuina de crecimiento del PIB".
Lo que mi cabeza me dice
Toda generación tiene su burbuja; la nuestra ni siquiera se puede nombrar. En el año 2000, la burbuja puntocom estalló como un globo mal inflado: rápido, ruidoso, devastador. Pero al menos sabíamos que existía. Se hablaba de ella, se advertía, se temía. La de ahora no. Es silenciosa, elegante e institucional. Es la burbuja de la inteligencia artificial. Pero no la llames así. No lo digas en voz alta. Porque esta vez, quienes deberían advertirnos… la necesitan más que nadie.
Powell lanzó su hechizo de calma: "La IA no es como la burbuja puntocom. Es una fuente genuina de crecimiento del PIB." Traducción: No se preocupen. Esto es real. Confíen. No explota. Pero lo esencial no está en la promesa tecnológica, sino en quién mueve los hilos detrás del telón.
Antes, la Fed observaba desde la barrera. Ahora está dentro del escenario, asegurándose de que la obra no se detenga. Lo que diferencia a esta burbuja no es su contenido, sino su protección institucional. Antes, en la era puntocom, los gobiernos no tenían dinero invertido en tecnológicas, los bancos centrales advertían pero no intervenían, el riesgo era privado y, si estallaba, ardía Wall Street. Hoy, en 2025, los gobiernos compran IA como quien compra oxígeno: salud, defensa, educación; todo pasa por ahí. Los fondos soberanos de Singapur, Noruega, Arabia Saudita apuestan miles de millones en NVIDIA, Microsoft y Amazon. Los bancos centrales sostienen la liquidez que alimenta los centros de datos. Y los reguladores susurran confianza, no precaución.
¿Y si la IA está sobrevalorada? ¿Y si no transforma la productividad como prometen? ¿Y si todo esto es una narrativa inflada con recursos públicos? Silencio. Porque nadie puede decirlo sin perder algo: reputación, estabilidad o legitimidad. Esta no es una burbuja común. No por su forma sino por su blindaje. Es la burbuja Voldemort: la que no se puede nombrar porque al hacerlo, se desestabiliza todo.
Cuando los gobiernos y los bancos centrales están tan expuestos, dejan de tener espacio para la duda. Ya no pueden criticar sin contradicción ni regular sin autocensura. Solo pueden seguir adelante, confiando en que el relato sostenga los precios y los precios sostengan el relato. Es un círculo vicioso de confianza forzada. Como aplaudir una startup sin producto. Porque tu pensión depende de ella.
Nadie puede detenerla. Porque detenerla es admitirla. Y admitirla es exponer la fragilidad del sistema. La burbuja IA no estalla porque aún nadie se atreve a decir que existe. Y en ese silencio, crece. Silenciosa. Intocable. Consagrada. Una mezcla de innovación real, inversión excesiva y ansiedad institucional.
Powell tiene razón: esto no es como las puntocom. Es más peligroso. Porque en las burbujas anteriores, el riesgo era técnico; hoy, el riesgo es político. Y lo más inquietante no es que estemos inflando otra burbuja, es que quienes deberían sostener el alfiler están demasiado dentro como para usarlo.
Esta vez, la burbuja no solo es financiera. Es estatal.
Y ya sabemos lo que pasa con las cosas que no se pueden nombrar. Tarde o temprano, regresan a cobrarse lo suyo.
Lo que los datos dicen
- Declaraciones de Powell. La IA "no es como la burbuja puntocom", aseguró el presidente de la Reserva Federal. CNBC, 2025.
- Fondos soberanos. El Government Pension Fund Global (Noruega) mantiene posiciones superiores a 6 000 M USD en NVIDIA y Microsoft. Norges Bank Investment Management, 2025.
- Liquidez institucional. Los balances de los bancos centrales suman más de 30 % del PIB mundial, según el FMI. IMF Global Financial Stability Report, 2025.
- Gasto público en IA. EE. UU. destina más de 200 000 M USD a proyectos vinculados a la CHIPS Act y programas de IA federales. White House Fact Sheet, 2025.
- Valor bursátil. El sector de IA representa ya un tercio de la capitalización del S&P 500, impulsado por NVIDIA, Microsoft y Alphabet. Bloomberg Market Data, 2025.