
Apple alquila neuronas: cómo Google resucitó a Siri
La nueva inteligencia de Apple viene con factura y logo ajeno.
Esta es la noticia
Apple pagará 1.000 millones de dólares al año a Google para que su asistente Siri utilice el modelo de inteligencia artificial Gemini, con el fin de mejorar sus funciones de planificación, resumen y comprensión contextual.
Fuente: Bloomberg
Lo que mi cabeza me dice
Siri no solo envejeció mal. Se volvió insoportable. Una asistente que alguna vez parecía futurista ahora se siente como esa amiga torpe que interrumpe para decir estupideces justo cuando estás en una reunión importante. Y lo peor: no puedes echarla. Está integrada en tu ecosistema emocional-tecnológico.
Pero Apple —el culto del control absoluto, la empresa del "it just works"— acaba de hacer lo impensable: pagar mil millones de dólares al año para alquilarle el cerebro a Google. Así de grave es la situación. Siri no solo necesitaba ayuda. Necesitaba un exorcismo algorítmico, una transfusión de contexto y una reanimación neuronal con esteroides generativos.
El nuevo trato consiste en lo siguiente: Apple usará una versión "custom" del modelo Gemini de Google, con 1.2 billones de parámetros, para que Siri deje de balbucear respuestas vergonzosas. Lo usará como soporte para las tareas complejas —resumir, planificar o entender algo que dure más de tres frases—. Básicamente: todo lo que Siri nunca pudo hacer sin parecer una tostadora con ansiedad.
Y sí, el acuerdo incluye cláusulas de privacidad. Apple lo ejecutará en su Private Compute Cloud, porque no puede permitirse que sus usuarios descubran que, en el fondo, están pagando por Google con esteroides envuelto en aluminio de lujo.
¿Y el nombre? Apple Intelligence. Claro. Porque "Google Inside" no sonaba tan premium en la keynote.
Esto no es solo un parche. Es una humillación corporativa. Una de esas que se maquillan con comunicados de prensa sobre "alianzas estratégicas" y "soluciones interinas", pero que no pueden esconder la verdad incómoda: Siri está tan rota que ni Apple puede fingir que funciona. Tan rota, que ni con todo su talento in-house logró parir un modelo decente. Perdieron investigadores, fueron demandados por prometer humo y, finalmente, se rindieron.
Y así, la empresa que hace unos años bloqueó Fortnite para defender su jardín cerrado, hoy deja que Google entre por la puerta grande, se siente en el trono y dicte cómo debe pensar su asistente estrella.
La ironía se vuelve aún más jugosa cuando uno recuerda que Google es dueño de cada parte del stack: modelo, infraestructura, TPUs personalizadas, inferencia a escala, velocidad infernal. Mientras Apple apenas intenta tener algo funcional antes de 2026, Google ya facturó su primer billón y está afinando Ironwood, su séptima generación de chips para IA. En esta guerra, Apple no está diseñando el futuro. Está alquilando uno de segunda mano.
Y por supuesto, todo esto no funciona en China. Allí el acuerdo se repite con Baidu y Alibaba, con su debida censura embebida, porque lo único peor que Siri en inglés… es Siri con el manual del Partido Comunista Chino.
Pero vamos a lo verdaderamente fascinante: este acuerdo de mil millones al año no es un fracaso técnico. Es el nuevo estándar. La externalización de la inteligencia. La economía del outsourcing cognitivo. Y la pregunta ya no es "¿será temporal?" sino ¿por qué habría de serlo? Si ya tienes al asistente de otro corriendo mejor que el tuyo, ¿para qué volver al Frankenstein con voz de robot?
Siri, en este punto, no es una asistente. Es una relación tóxica que Apple no sabe terminar.
Lo que los datos dicen
- Privacidad y ejecución. Apple Press Release (WWDC 2025) detalla que el sistema Private Compute Cloud garantiza que los datos de los usuarios permanezcan aislados de Google. Apple Newsroom.
- Mercado chino. Reuters (noviembre 2025) informa que el acuerdo no operará en China, donde Apple colabora con Baidu y Alibaba para versiones locales ajustadas a las regulaciones. Reuters.
- Competencia. Según TechCrunch (noviembre 2025), antes de elegir a Google, Apple probó modelos de OpenAI (ChatGPT) y Anthropic (Claude), optando por Gemini por su estabilidad contextual. TechCrunch.